El ángel de la tierra de nadie, que a veces también se conoce como la "rosa de la tierra de nadie", es una enfermera de campo militar con el sobrenombre de "ángel de la misericordia". Las enfermeras de la Cruz Roja de la Primera Guerra Mundial en realidad fueron memorizadas en una canción que se titula "La rosa de la tierra de nadie".
Durante la Primera Guerra Mundial, No Man’s Land fue tanto un espacio real como figurativo. Este lugar separaba las líneas del frente de los ejércitos enemigos y probablemente era el único lugar donde las tropas enemigas podían reunirse sin hostilidad. Fue en este lugar donde ocurrió la espontánea tregua navideña de diciembre de 1914 y donde las tropas enemigas podrían acordar extraoficialmente retirar de manera segura a sus compañeros heridos, o incluso tomar el sol en los primeros días de la primavera.
La versión original de esta canción fue publicada en francés titulada La Rose Sous Les Boulets por Leo Feist en 1918, pero la versión en inglés más conocida fue producida por Jack Caddigan y James Alexander Brennan al final de la Segunda Guerra Mundial.
Las dos imágenes de rosa y ángel o "El ángel de la tierra de nadie" se combinan en el arte del tatuaje, que también fue popular durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Los soldados recordaron a sus enfermeras al hacerse tatuajes que mostraban a estas mujeres compasivas, vistiendo una tradicional gorra blanca de enfermera con la Cruz Roja, a veces con una rosa como telón de fondo. En ocasiones, estas enfermeras arriesgaban su vida para atender al herido y también ofrecían amabilidad a los soldados que se encontraban lejos de sus hogares.
El motivo de la Rosa de la tierra de nadie es inconfundible. Cuenta con una cabeza de dama de estilo de la vieja escuela con una gorra o cofia con la Cruz Roja como centro. En general, hay otra cruz que sirve de fondo, y el rostro de la mujer suele estar ubicado en medio de una rosa de tallo largo. A pesar de que su significado exacto ha sido algo oscurecido por los últimos cien años, el diseño aún conserva su significado subyacente como símbolo del aprecio eterno por los cuidadores del mundo.
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